viernes, 20 de febrero de 2009

Comite Nacional Agosto 2008







PARTIDO INTRANSIGENTE
PROFUNDIZAR EL CAMBIO


“abordar el problema de la pobreza
Sin redistribución del ingreso y sin tocar
Rentas extraordinarias, compatriotas, es imposible”
Cristina Fernández de Kirchner


Introducción


El título de este documento es, ni más ni menos, que la consigna con la que acompañamos la campaña electoral que llevó al triunfo de la Presidenta. Lleva implícito dos enunciados que nos interesa recalcar antes de analizar los últimos sucesos coyunturales y su proyección hacia el futuro.
Por un lado dicha consigna reconoce la trascendencia del cambio iniciado en 2003. Como dijimos el 19 de agosto de 2006 “Las trasformaciones operadas en la realidad nacional a partir de la asunción del gobierno de Néstor Kirchner (…) configuran un nuevo escenario de transición, caracterizado por la mayor autonomía del poder político con relación a los intereses del bloque dominante. Si tenemos en cuenta que se necesitó una dictadura genocida para modificar los parámetros principales de la estructura económica anterior al 76, la sola enumeración de los cambios que es necesario realizar para profundizar el camino iniciado por este gobierno nos remite a la necesidad de acumular la suficiente fuerza social y política para hacerlos efectivos frente a la creciente resistencia que los sectores dominantes están realizando”.
Y por otro lado, es allí entonces donde la consigna del Título hace evidente la necesidad de profundizar aquellos cambios, pero al mismo tiempo construir las relaciones de fuerza que lo posibiliten.
Si alguna enseñanza nos dejó estos cuatro meses de conflicto con el sector agropecuario, es la imperiosa exigencia de continuar ampliando la base de sustentación del apoyo social para no abandonar el camino de las transformaciones emprendidas.

Cuatro meses de conflicto

Nos proponemos realizar un balance, que cómo todo balance tendrá que abordar indefectiblemente lo positivo y lo negativo.
En aquella declaración del Comité Nacional de agosto de 2006 también decíamos “Las políticas desplegadas por el gobierno nacional en materia de derechos humanos, defensa nacional, alineamiento internacional, integración latinoamericana, reestatización de empresas públicas, entre otras, coinciden con los lineamientos de nuestro programa partidario; las retenciones sobre las exportaciones agrícola ganaderas y energéticas, las medidas para regular el aumento de precios de productos de consumo popular, el mayor control ejercido sobre los concesionarios de servicios privatizados, constituyen señales de un rumbo diferente y provocan la irritación de los que hasta hoy se creían los “dueños” de la nación.” Y agregábamos “Por esto, en la medida y en el momento que el gobierno avanza hacia posiciones que intentan remover los nichos privilegiados de acumulación de las multinacionales y de parte de los sectores dominantes locales, todo el poder económico y mediático comienza a esmerilarlo con la intención no declarada de generarle problemas económicos y sociales.” Recordemos que ya en la Exposición de la Sociedad Rural de 2007, su Presidente Luciano Miguens no solamente pidió “eliminar totalmente las retenciones, terminar con el control de precios y abrir las exportaciones” sino que recordó que “el voto es una inversión que hacemos cada vez que vamos a las urnas” invitando a “utilizar nuestro derecho cívico con responsabilidad”. Estaba claro en ese momento que la intención era forzar una segunda vuelta electoral en el 2007. Aunque dicho objetivo no fue cumplido, la estrategia de desgaste se redobló desde el mismo día del triunfo de Cristina Fernández de Kirchner con más del 45 por ciento de los votos.
En primer lugar cabe aclarar que intentamos realizar un análisis en base a una mirada profundamente ideológica sustentada en nuestra caracterización de los procesos históricos. Es que se han hecho demasiadas banalizaciones en estos meses por lo que nuestro aporte debería alejarse de la superficie. En ese sentido fue claro el intento de descalificar a quienes denunciamos el accionar de los poderes fácticos mediante la acusación de ver conspiraciones en todas partes. Para tratar de contrarrestar esa suerte de caricaturización solamente apelaremos a descifrar intereses, actores y alineamientos.
Tal vez todo haya comenzado con un equívoco de proporciones con respecto a la nueva etapa que significaba el Gobierno de Cristina. “Profundizar el cambio” era para nosotros y para los sectores populares, caminar hacia una mayor participación democrática y una mayor distribución de la riqueza. Pero los grandes grupos económicos y los sectores poderosos de la sociedad bregaban por una etapa de mayor “consenso” y “diálogo”, entendiéndolo como una mejor recepción a sus demandas. Porque cuando hablan de consenso y diálogo nunca se refieren a ceder a las demandas de los trabajadores, de los desocupados y de los menos favorecidos. Por lo tanto, el gobierno de Cristina Fernández se le presentaba para ellos como una oportunidad y como una amenaza. Estaban esperando el momento para convertir esa amenaza en oportunidad. Muchos factores conjugados lo hicieron posible: hoy tienen una oportunidad. Mas adelante explicaremos por qué estamos esperanzados en que no la van a poder aprovechar.
No todos los factores que se conjugaron para hacer posible un nuevo avance reaccionario fueron méritos de actores ajenos a nosotros. Desde el campo popular hicimos muchas cosas para favorecerlo.
Nuestra primera derrota fue semántica. En los primeros días de conflicto no debimos permitir que el planteo fuese “campo vs. gobierno” No solamente porque un sector particular nunca puede ser la contraparte de un gobierno que representa a todos, sino porque la palabra “campo” daba una idea totalmente distorsionada de lo que estaba en juego. Esta fue una de las razones que unió a sectores tan disímiles y no, a nuestro entender, la falta de segmentación inicial de la medida. Porque los campesinos, los trabajadores rurales, los productores vitivinícolas, de verduras, frutas, hortalizas, pollos, cerdos, leche y muchos mas que componen el “campo” no estaban afectados por las retenciones móviles. Tampoco, en general, quienes trabajan la tierra fuera del núcleo sojero de las provincias mas ricas.
Hubo grupos incluso que osaron utilizar la palabra “chacareros” para defender la protesta rural, cuando sabemos que una chacra no debe superar las diez hectáreas para considerarse tal. Para sembrar y exportar soja hacen falta mínimamente cien hectáreas. No sirve de mucho hacer historia contra fáctica, pero no podemos estar seguros de que se hubiese evitado el conflicto si el 11 de marzo las retenciones móviles se anunciaban segmentadas. De hecho ni siquiera la última propuesta de la Cámara de Diputados satisfizo a la Mesa de Enlace.
Algunos sectores progresistas, tanto militantes y dirigentes como intelectuales y periodistas, tomaron en sorna la batalla por la renta extraordinaria. Desde letras y tribunas minimizaban la trascendencia de la discusión reivindicando para sí el lugar de la madurez, de la “tibieza” y de la sensatez. Para esos sectores los momentos históricos solo están en los libros, nunca estamos inmersos en uno. Esgrimían como argumento todo lo que el gobierno de Néstor Kirchner no hizo por la distribución de la riqueza, sin valorar en lo más mínimo lo que se avanzó. De esta forma justificaban su descompro-miso con una medida que intentaba seguir avanzando no solo sobre una parte de la renta extraordinaria, sino sobre un discurso antiestatal con el que se quiere regresar a los paradigmas de los 90` e incluso de los de principios del siglo XX.
No es nuestra intención en este documento adentrarnos en el tema específico agropecuario y arancelario, ya que durante los meses de conflicto hemos elaborado y distribuido diverso material esclarecedor. Sin embargo no queremos dejar de destacar que las categorías de “pequeños” productores que se esgrimían en los reclamos se referían a propietarios de campos valuados en miles de dólares cuyas ganancias fueron creciendo en los últimos años.
Asimismo es importante visualizar la constitución de un nuevo sujeto económico en la economía agraria compuesto por el propietario de tierras para alquiler. En este punto es donde también es posible explicarse la amplia alianza social que se forjo alrededor del reclamo de los exportadores de soja. Propietarios de tal vez de cinco, diez o quince hectáreas, que hasta hace un tiempo bien podrían denominarse chacareros, hoy alquilan esas tierras para plantar soja. Ellos también estaban en las rutas, pero en calidad de propietarios que resguardan el precio de su alquiler. Esta situación genera un proceso de doble renta, por el que exige ganar bien quien siembra y cosecha la soja, y también quién alquila la tierra. Otra consecuencia de esto es el cambio de composición en las bases de Federación Agraria. Quienes en el Grito de Alcorta eran arrendatarios peleando por mejores condiciones, hoy son propietarios arrendadores, con lo que ideológicamente eso significa. No es solamente que Eduardo Buzzi se haya aliado con sectores históricamente opuestos a nuestro pueblo, sino que entre sus representados ya no son mayoría quienes trabajan la tierra y viven de ello.
Es así que pequeños y medianos propietarios que viven de renta lograron forjar una alianza junto a los productores y exportadores que no solamente congenió sus intereses sino que tuvo la virtud de lograr que se visualicen esos intereses como los de la totalidad de la Patria. La cadena productiva y de consumo que sus ingresos generan en los pueblos y ciudades del interior del país hizo el resto. El desabastecimiento, el corte en la cadena de pagos, la interrupción de compras de maquinaria, insumos, y de hasta consumo hogareño y suntuario fue visto como responsabilidad del Gobierno Nacional y no como una decisión conciente contra sus propios vecinos de parte de quienes fogoneaban el conflicto.
Merecería un documento aparte el papel de los medios de comunicación masiva en la amplificación de estas distorsiones. Como sucede en gran parte de América Latina, los medios son la representación política unificada de los intereses económicos más concentrados que la oposición aún no confluye en representar. Pero mientras peleamos por una real libertad de expresión a través de una mayor democracia informativa y comunicativa que se plasme en una nueva Ley de radiodifusión, deberemos saber que la pelea siempre es desigual. Por lo tanto no puede servirnos de excusa aquello que combatimos.
En ese aspecto tenemos que anotar como saldo positivo la recuperación de la discusión política y militante. El espacio público como ámbito de debate y movilización tal vez marque el reinicio de un ciclo cerrado con el Felices Pascuas de Alfonsín. Aunque esta vez fue un vicepresidente el que vino a decirnos “la casa está en orden”, la negativa del Gobierno Nacional a ese desenlace propicia un amplio margen para insistir con la recuperación de la política y la militancia al servicio de las grandes transformaciones. La participación de la juventud y la decisión de cientos de intelectuales poniendo su energía al servicio de un proyecto nacional y popular nos dan el impulso necesario para creer en un nuevo ciclo político más definido, en donde no dé lo mismo estar en uno o en otro partido.
Ahora bien, es evidente que los sectores del campo nacional y popular no estamos lo suficientemente preparados para que dentro de ese nuevo ciclo político conservemos la hegemonía del discurso y la discusión. En estos cuatro meses hicimos una tarea que nos permitió ejercitarnos y visualizar nuestras faltas. No se trata solamente de pensar que contamos con la razón, sino de que las mayorías coincidan. La fragmentación y las desconfianzas generadas en tantos años dentro de nuestro espacio dieron por resultado que en un momento en el que se debía librar una batalla histórica no hayamos estado a la altura necesaria. Nos vimos obligados por las circunstancias a improvisar acciones asiladas o sectoriales y muchas veces desmesuradas que resultaron ciertamente contraproducentes. Nuevamente aquí es difícil analizar los hechos ya ocurridos y saber qué hubiese pasado si se daban de otro modo, pero nunca viene mal una evaluación posterior. La defensa de la Plaza de Mayo y de la Casa de Gobierno, por ejemplo, con el recuerdo tan fresco de las madrugadas del 2001, era para nosotros una necesidad. Sin embargo, desde nuestra visión, la “espontaneidad” no puede ser un valor a reivindicar y tendremos que aprender a buscar previamente la forma de que esas acciones no sean vistas como realizadas por grupos sectoriales y minoritarios “contra la mayoría” de la población. Como dice el grupo de intelectuales denominado Carta Abierta “es necesario recuperar otra idea de política, otro vínculo entre la política y las clases populares, y otra ilación entre hechos y símbolos. Si la nueva derecha reina en una sociedad mediatizada, una política que la confronte debe surgir de la distancia crítica con los procedimientos mediáticos” pero previendo a la vez que esos procedimientos van a amplificar siempre nuestros errores.
Si en algún momento discutimos la denominación de “paro agropecuario” y dijimos que en realidad se trataba de un lock out patronal, ahora afirmamos que no fue ni lo uno ni lo otro. Se trató simplemente de una falta de comercialización temporal de sus granos, pero principalmente de un boicot al trabajo ajeno, impidiendo la circulación y provocando un feroz desabastecimiento y complicaciones comerciales y productivas en muchos pueblos y ciudades, sobre todo del interior del país. Pero ¿Cómo es que una gran parte de los sectores directamente afectados por esas acciones se sintieron solidarios con quienes las provocaron?, ¿La actitud de los medios y la oposición explican totalmente ese resultado? Deberemos redoblar nuestros esfuerzos analíticos para, aún reconociendo la fundamental importancia de esos factores, podamos visualizar nuevas estructuras sociales, nuevas conformaciones ideológicas y, en consecuencia, nuevos desafíos políticos para disputar hegemonía.
Durante cuatro meses fueron sectarios quienes pregonaban representar a la Patria, fueron reivindicativos de la Argentina agro-exportadora del siglo diecinueve quienes pregonaban por nuestro futuro, fueron antidemocráticos quienes pregonaban por mas institucionalidad, fueron inflexibles quienes pregonaban el consenso. Será cuestión de encontrar la forma para que podamos hacer ver esas contradicciones a las grandes mayorías de nuestro país.
Los sectores económicos y sociales que festejaron las políticas de Martínez de Hoz y de Menem, esperaron durante los últimos años, y la encontraron ahora, la oportunidad para intentar rearmar un consenso de restauración conservadora y neoliberal. La lamentable participación oportunista, acompañando a aquellos sectores, de algunos agrupamientos de izquierda y progresista colaboró con esa estrategia.
Este intento de restauración conservadora es evidente que no tiene como objetivo solamente a la República Argentina sino que está íntimamente relacionado con toda nuestra América Latina.
Debemos reconocer que quienes sustentan esta estrategia de esmerilamiento de las soberanías populares latinoamericanas, dieron un paso a favor de su consenso en estos días en Argentina. De la mano de lo peor de la tradición política reciente, expresada en los Barrionuevo, los Duhalde, los Miguens, los Llambías, lograron avanzar un casillero en su juego de hacer retroceder al País.
Sin embargo estamos seguros y confiados que nuestro Pueblo conserva aún la memoria histórica necesaria que le permitirá construir el freno y las defensas correspondientes para impedir cualquier retroceso y que los sectores regresivos de nuestra Patria no puedan aprovechar esta oportunidad.

Mas democracia, mas institucionalidad, mas distribución de la riqueza

Antes de seguir avanzando en este análisis coyuntural creemos conveniente reiterar algunos párrafos de la introducción de nuestra última plataforma “Aportes Programáticos para la Concertación Plural” del 11 de agosto de 2007:
“Es cierto que se necesita acumular mucho poder político y consenso social activo para avanzar en la transformación de sectores clave de la estructura socioeconómica: profundizar las medidas adoptadas y promover nuevas políticas que permitan una redistribución progresiva del ingreso; revisar las políticas de los noventa que privilegian las inversiones de capitales extranjeros en el área minería, con consecuencias tales como el deterioro del medioambiente y de las condiciones de vida de la población local; promover políticas que sustituyan el papel central que siguen ejerciendo las empresas transnacionales en la explotación de recursos naturales estratégicos, como el petróleo y el gas; modificar la estructura impositiva profundamente regresiva, entre otras, son algunas de las políticas necesarias que se inscriben en una línea favorable a la consolidación de un nuevo bloque popular.”
“(…) las contradicciones entre la continuidad y la ruptura constituyen un condimento intrínseco de los procesos de transición. Por otra parte, la concentración cada vez mayor de la economía en manos de empresas transnacionales y grupos empresarios nacionales diversificados y el control casi total de los medios de comunicación por sectores afines al bloque dominante son condiciones heredadas del periodo anterior que, sin duda, configuran una correlación de fuerzas adversa para cualquier intento de transformaciones estructurales favorables a las mayorías populares.”
“De ello se desprende que un cambio sustancial de la correlación de fuerzas preexistente es un requisito ineludible para que un proceso de transición pueda desembocar en el alumbramiento de un nuevo bloque histórico capaz de ejercer la hegemonía sobre el conjunto de la sociedad y realizar las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que consoliden el nuevo modelo. Esto solo será posible con la presencia conciente, organizada y movilizada de las mayorías populares.”
“Un partido político que pretende ser nacional, popular y revolucionario, no puede permanecer del otro lado de la vidriera, contemplando y analizando pasivamente las contradicciones que se presentan en la estructura económica y social, sino que debe actuar desde el interior de este proceso para que estas contradicciones se resuelvan en favor de las mayorías populares. Los procesos revolucionarios que se inscriben en la historia de los pueblos no son el producto mecánico de un ciego determinismo histórico, sino la combinación adecuada de las condiciones objetivas con la acción conciente de las fuerzas transformadoras que conducen el proceso hacia el rumbo fijado por la ideología que las nutre.”
“No nos mueve la soberbia de creer que nuestro análisis de la realidad esté exento del margen de error propio de todo razonamiento humano, pero creemos que si no se asume este riesgo carecería de sentido nuestra existencia como organización política revolucionaria. Nuestro compromiso militante consiste, precisamente, en intentar transformar esta realidad injusta y opresiva, aún en situaciones confusas o francamente adversas. Si sólo actuáramos cuando estuviéramos completamente seguros del resultado, no quepan dudas que dejaríamos de cumplir el rol que pretendemos cumplir en la lucha por la liberación nacional y social.”
El Gobierno de Cristina Fernández tiene apenas ocho meses. Sin embargo para el análisis político deberemos entenderlo como un segundo período de un mismo proyecto. Estaba más que claro que los sectores que venían siendo afectados desde el 2003 junto a los intereses partidarios opositores, no le iban a dar un día de respiro a la nueva Presidenta. La apuesta a la profundización del cambio por una mayor distribución de la riqueza puso en alerta, ya incluso desde la campaña, a quienes aspiran un país para pocos. Nuestro apoyo a la Concertación Plural en octubre pasado estuvo signado también por esa convicción. En momentos en que se trataba de afianzar un rumbo opuesto al que llevó la Argentina desde la última dictadura, decidimos no restarle el cuerpo a tamaña tarea.
Se trataba de mirar la situación en términos históricos. Desandar el camino de 30 años no podía ser una tarea sencilla ni dar todos los resultados en el acotado término de un período presidencial. Por eso intentamos tener una mirada estratégica y visualizar los grandes lineamientos y las fuerzas que se posicionan en la pulseada.
Todo esto no cambió sustancialmente entre la campaña electoral, el conflicto con las patronales rurales y el “Felices Pascuas” de Cobos. Los intereses sectoriales son los mismos que el año pasado y quienes quieren frenar un proceso de mejor distribución también. Más allá de que Cleto haya sido campeón el año pasado y este año haya salido segundo, comparar las similitudes de lo sucedido en la inauguración de ambas exposiciones rurales, con su presidente exponiendo pliegos de condiciones que exceden incluso sus reclamos sectoriales, nos da una idea de aquello.
Lo que cambió es la posibilidad potencial de estos sectores de mayor acumulación política, lo que implicaría menor potencial para las políticas redistributivas. No necesariamente esta realidad se trasladará sin más al plano electoral, para eso falta todavía mucho. Pero es una realidad que habrá que hacer un trabajo de recuperación.
Desde la nueva etapa democrática en 1983, y tal vez podríamos decir que en casi toda la historia de la República Argentina, cada vez que vivíamos un momento similar al presente, en donde las corporaciones o los poderes fácticos daban algún golpe al poder político, la resolución posterior tenía que ver con el inicio infinito de concesiones, lo que terminaba debilitando a los Gobiernos y desguarneciendo a las mayorías populares.
Sin embargo en este caso el Gobierno Nacional ratifica su pelea por la distribución de la riqueza y la afirmación del proyecto nacional y popular. Es significativo destacar en ese sentido que, en una jornada en la que los restauradores neoliberales estaban festejando al día siguiente del voto del vicepresidente en el Senado, nuestro gobierno anunciaba la recuperación de la línea aérea de bandera.
Esa actitud continuó con la convocatoria al Consejo del Salario y la continuidad de sus discusiones, la elevación del mínimo vital y móvil, el futuro aumento de las asignaciones familiares y su posible universalización, el envío de un proyecto de Ley de movilidad en las jubilaciones, la ratificación de una nueva Ley de Radiodifusión, la imposición de ganancias a algunos fideicomisos financieros, estudiando su ampliación, la investigación sobre retenciones mal pagadas de las grandes exportadoras, y fundamentalmente, la insistencia en no abandonar la idea de que para redistribuir riqueza habrá que afectar ganancias.
Es evidente que el “Felices Pascuas, la casa está en orden” no fue esta vez la solución negociada de un Poder Ejecutivo rendido a la presión corporativa sino apenas la expresión de deseos de sectores poderosos a través del voto no positivo en el Senado del único no senador. Expresión de deseos, porque pensaban que a partir de allí comenzaba, con la excusa del “consenso”, el derrotero clásico de concesiones del que hablamos más arriba.
Debemos expresar en ese sentido, que el hecho de decidir la continuidad de un modelo productivo y redistributivo, necesitará, ahora más que nunca, la ampliación de la base de sustentación política que lo sustente en lo cotidiano y también pueda ratificarlo en las elecciones del 2009.
Como decimos en los “Aportes Programáticos” mencionados antes “Ello requiere, a su vez, de una nueva herramienta política, cuya legitimidad se construya en base a su capacidad de aglutinar, organizar y movilizar a las clases y sectores que van a conformar el nuevo boque histórico en torno a un programa de transformaciones que contemple los intereses nacionales, que no son otros que los de las mayorías populares.”
“En este sentido es la acumulación de fuerzas o poder político, como consecuencia de la mayor legitimidad social obtenida, lo que irá generando las condiciones para profundizar los cambios en materia socioeconómica, en las relaciones internacionales y en la política regional.”
Para ello es que sostenemos como fundamental el rumbo de mayor institucionalidad y más democracia, no como expresión de un republicanismo abstracto sino como reales articuladoras de las fuerzas políticas y sociales que propician la distribución de la riqueza. La pluralidad expresada defendiendo dicha distribución durante el conflicto por las retenciones móviles, deberá plasmarse en ámbitos de concertación, debate y consenso. Pero no el consenso que nos quieren imponer por una Argentina para pocos, sino como forma de incluir a millones de argentinos y argentinas que se niegan a permitir algún retroceso.
“En este camino – continúa el documento que venimos citando - debemos lograr la confluencia de diversas identidades políticas populares en un proyecto de nación compartido, en una dinámica que necesariamente traerá aparejado el surgimiento de nuevos referentes de este espacio a lo largo y a lo ancho de nuestro país. Sin nuevos referentes políticos que expresen el quiebre del 2001 y el anhelo de una Argentina mas igualitaria, democrática y soberana, si no se logra construir organización territorial que consolide esta propuesta, sin proyecto compartido y sin la presencia conciente organizada y movilizada de las mayorías populares, en la lógica contradictoria entre continuidad y ruptura que caracteriza la etapa, las perspectivas de cambio se verán dificultadas.”
Esto decíamos el año pasado y ratificamos hoy, con el agregado de un aprendizaje evidente que plasmó en la realidad coyuntural, todas aquellas previsiones. Tal vez otro saldo que nos deja este balance es comprender el “piso” de organización y apoyo con el que contamos para nuestra batalla. El desafío será seguir sumando comprendiendo la necesidad imprescindible de construir relaciones de fuerza favorables.
Por todo ello es que ratificamos nuestro compromiso con la Presidenta Cristina Fernández y llamamos a todas y todos nuestros compatriotas a seguir acompañando el proceso de recuperación de las conquistas sociales robadas a nuestra Patria.

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